Este es Gustavo, os voy a contar un poquito sobre él. 
Su historia es una de esas que parece que últimamente se da demasiado a menudo: la historia de un gato mayor que vive feliz con su humana viejita, dándose compañía y amor mutuamente, compartiendo sillón y cama, recibiendo el cariño que merecen las dos.
La humana se va haciendo cada vez más mayor y un día se va, un día desaparece dejando pendiente el reencuentro allí arriba.
El gato mayor se queda solo, sin caricias, sin sentir la respiración de su humana, solo.
La humana tiene hijos que vienen a la casa donde vive el gato, triste y desolado por haber perdido a su amiga, a su única familia, al principio le ignoran, hay muchas otras cosas de la humana más importantes, pero un día se fijan en el y deciden que esa parte de la vida de su madre no les interesa, así es como el gato acaba siendo expulsado de su casa, vagando buscando unas caricias, un sillón y una cama y añorando cada minuto a su compañera.
Gustavo fue recogido por un ángel de esos que cuidan gatos de la calle ante la incomprensión de personas como los hijos de su humana.
Cuando conocimos a Gustavo, nos pidió volver a tener un sillón, una cama y unas manos acariciándole la cabecita.
No podíamos dejarle allí, a pesar de los cuidados que tenía, el quiere vivir de nuevo en un hogar.
Nos dicen que tiene 15 años y mucho amor aún para regalar.
Vive la vida con Gustavo, nunca te arrepentirás.
